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viernes, 31 de julio de 2009

Receta (sólo para mujeres)

Sobre como lograr una depilación rápida y efectiva.

Tiempo de realización:
1hora 45 minutos (quien más quien menos)

Grado de dificultad:
Elevado (¿alguien lo duda?)

Utensilios:
Medio tarro de cera (dependiendo de la tarea a cumplir, obviamente), ni muy caliente ni muy fría. Ja!, no me digan que no es fácil obtener el punto justo!! 1 espátula y 1paquetito de cinta (eso si usan la cera que uso yo que jamás de los jamases se endurece)

Ingredientes:
237 epítetos subidos de tono
1456 gotas de transpiración
Innumerables contorsiones (de las que se les ocurran)
235 suspiros
1453 soplidos
Oooouuuutccccchhhh y uuuuuffffffff a gusto.

Preparación:
Póngase cómoda y disponga de tooodo el tiempo del mundo. Si la apuran está frita, así que asegúrese que no habrá ningún ser indeseable queriendo entrar al baño cuando usted está en la mejor parte.
Ármese de coraje y haga lo que usted mejor sabe hacer: ¡¡¡sufra no más!!!!

Resultado:
Cuerpo libre de vellosidades indeseadas e innumerables puntitos rojos que la invadirán por doquier. Unos cuántos hematomas y un que otro moretón que irá cambiando de tonalidad según vayan pasando los días.

¡No me digan que no es lindo ser mujer!

miércoles, 29 de julio de 2009

Vecinocidio

Si hay algo que envidiarle a esta gente del norte es el respeto por el prójimo. No se si es producto de la buena educación o simplemente una cuestión de herencia genética, pero la cosa es que si hay algo de lo que no me puedo quejar es de la civilización primermundista. Como siempre, existe la excepción que confirma la regla y es el caso de mi vecino (ignoro cual de ellos).

Paso a explicarles: resulta que en el edificio existe un subsuelo (al que sólo tenemos acceso con llave) en el que hay una especie de guardamuebles y en el que la mayoría de los inquilinos dejamos nuestras bicicletas estacionadas (casi arrumbadas diré). La cuestión es que fuimos a buscarlas para dar un paseíto (marido incluido) y nos encontramos con que este buen hijo de vecino no había tenido mejor idea que pinchar, una por una, la cámara de todas, toditas, las bicicletas. Cosa que, paradójicamente, me dejó más tranquila (mal de muchos consuelo de tonto)

Por eso, quiero aprovechar este medio para hacer mi descargo y hacer público mi repudio a este acto atroz de vandalismo (?). A ti querido vecino: ¡¡¡que te parió HDP!!!

Sepan disculpar el exabrupto.

domingo, 26 de julio de 2009

¿Peso pluma?


Con ustedes, la culpable de todos mis males (y si… ¡a alguien hay que culpar!)

Como por estos lares no existe la farmacia amiga donde poder pesarse al pasar y como quien no quiere la cosa (la mayoría no tiene balanza, y las que las tienen te cobran un ojo de la cara) nos decidimos y nos la compramos. Tenemos balanza nueva y por ende, al enemigo en casa.

Lo peor de todo es que ya no tengo la más mínima posibilidad de dudar del peso que acusa, acto instintivo post pesada: “seguro que esta cosa esta rota”; “es porque tengo mucha ropa”. De esa forma debo confesar que más de una vez me he auto convencido de que seguía por el buen camino y mirando de reojo la balanza me retiraba victoriosa.

Esta vez, estuve un rato admirándola sin animarme a ponerle un pie encima hasta que junté coraje y finalmente me pesé luego de unos meses de esquivarle al bulto. El veredicto: o bien me cuezo la boca o bien me esmero (bastante) con el ejercicio. De mi peso pluma no quedó ni un ápice.

Después de todo creo que no era tan buena idea la de la balanza en casa. Divina ella… si no fuera porque delata sin compasión.

lunes, 20 de julio de 2009

¡Feliz día!

Si tuviera que hacer una lista de algunos de los momentos amigueros que atesoro en mi corazón, sería algo así:

Los “aportes patronales” para comprar palmeritas en la panadería de la esquina del colegio en el recreo largo.
Los fines de semana y las estadías de vacaciones de invierno en el campo.
Las reuniones antes de las salidas de los viernes, sábados, y el día que fuera donde nos maquillábamos y charloteábamos sin parar.
Los partidos los domingos a la mañana a los que llegábamos casi arrastrándonos y con el rímel corrido del sábado anterior.
Las vacaciones en el mar en las que nos cansábamos de acostarnos tarde y caminar por la playa.
La “remerita del pueblo” que compartíamos un sábado cada una.
La tarde de mates lavados con un millón de bizcochos que hacían de excusa para hablar, todas a los gritos y sin escuchar lo que la otra decía.
Las muchas veces en que encontré donde enjuagar mi llanto en los tantos hombros amigos.
Y las muchas otras en que encontré algún confidente que guardara mis secretos.
Los enojos que a los cinco minutos pasaban.
Las largas charlas telefónicas sin sentido.
Las tardes enteras en el club tiradas panza arriba.

Estas y otras muchas cosas hacen que se me hinche el corazón de felicidad al saberme acompañada y con amigas. Amigas que han hecho mi vida más llevadera y alegre y con las que cuento siempre, incondicionalmente, a pesar de la distancia.

Y a ustedes, mis amigas virtuales, que me acompañan, visitan, entienden, escuchan (o más bien leen) divierten y emocionan. ¡Muchas gracias por hacerme un lugarcito en sus vidas y más gracias por entrar en la mía!

sábado, 18 de julio de 2009

¿Alguien ha visto mi vida social?

La he perdido hace casi dos años (momento en que nos instalamos en estas gélidas tierras). Desde ese entonces, nunca más la vi ni supe nada de ella. Así como así, sencillamente y como por arte de magia, se esfumó.

En el momento de su desaparición tenía unos veinticinco años, aproximadamente. No era muy grande aunque tampoco pequeña. Más bien entretenida y balanceada. Sin extravagancias, pero tampoco falta de condimentos. Así era, una vida social de lo más común. Con cumpleaños, asados, mates, reuniones, salidas, llamadas telefónicas y todos los ingredientes que las vidas sociales tienen.

Si la llegan a ver, ¿me hacen el favor de implorarle que vuelva? Díganle que la extraño, ¿si? Y como de muestra, basta un botón: henme aquí, sábado a la noche, sin más planes que escribir en el blog.

lunes, 13 de julio de 2009

No me gustan las despedidas


Quedamos nuevamente “maridete” y yo. Los padres (míos) partieron hace un par de días rumbo a la patria que me vio nacer. Ese mismo par de días me costó recuperarme del shock traumático posdespedida. No hay caso, no sirvo para los adioses y hasta la vista. Mi madre definiría perfectamente mi estado calamitoso si dijera una de sus frases predilectas: “tirada como una alpargata”. Pero no os preocupéis que ya estoy recuperada, eso sí, sin un solo pañuelito descartable, pero recuperada al fin.

Sumado a la tristeza de la partida, la muy desgraciada Ley de Murphy anduvo haciendo de las suyas. Debíamos llevar a mis padres hasta el aeropuerto que queda a tres horas de casa y nuestro bólido no tuvo mejor idea que romperse la noche antes de salir. Así que, como ingrediente extra, le agregamos un poco de estado culposo al asunto por no poder llevarlos y que tuvieran que irse en ómnibus. Si será jodida esta Murphy!

Para colmo de males en la televisión ayer pasaron el capítulo de ER Emergencias en el que el Dr. Green se moría. Pueden creer?! Si, parece que algo de masoquista tengo porque me lo vi enterito y lloré como una Magdalena al son de “Over the raimbow” (y eso que lo veía por segunda vez). Psiquiatras abstenerse!

domingo, 5 de julio de 2009

Peligro: niños sueltos


Hace 7 eternos días que llueve a cántaros (Londres es un poroto al lado de esta ciudad). Como se nos quemaron los papeles y se nos agotó el circuito turístico para enseñarles a nuestros huéspedes (mis padres) optamos por una idea genial: ir al museo. Brillante idea si las hay! Al parecer media ciudad decidió lo mismo el mismo día y el susodicho se vio abarrotado de infantes frenéticos, acompañados de sus padres que, dicho sea de paso, brillaban por su ausencia.

Yo entiendo que son niños y como tales, inquietos, curiosos, que se cansan rápido y comprendo perfectamente el hecho que les cueste soportar todo un día dentro de un museo. Por eso, mi queja va dirigida hacia los padres complacientes que rozan lo desubicado al dejar que su querubín se instale media hora de reloj jugando con la pantallita explicativa de la exposición, privando a todo espectador de saber que “carancho” es lo que está mirando. Ni hablar de la mamá que cae con el cochecito en un una sala de dos por dos, llena de recovecos y que termina dejando el “aparatejo” (por el coche, digo) en el medio del paso o pisándole los callos a casi todo el museo. Y qué decirles de los padres que pueden escuchar llorar a su hijo hasta que el pobre llega a un estado de cuasi deshidratación sin que se les mueva un pelo.

Pregunto, es necesario llevar a un museo dónde la mayoría de las exposiciones son para leer, a un niño que ni siquiera conoce las letras o a uno que recién balbucea? Es verdad que estamos de vacaciones, que la lluvia no ayuda, que algo tienen que hacer con sus gurrumines, pero a quién se le ocurrió que llevarlos de tour al museo durante horas era una buena idea?!

Será que los padres crean anticuerpos a los llantos, berrinches y manifestaciones caprichosas de sus hijos? O será que el no tener hijos está afectando mi capacidad de tolerancia?

miércoles, 1 de julio de 2009

¡El sur también existe!




A continuación les transcribo la no muy feliz conversación que tuvimos con una compañera de facultad (canadiense ella). Como nunca entendí bien cuál es su nombre, si Andrée Anne, Audrey Anne, Audrianne (para mi suena todo igual) y sólo para simplificar, en adelante ella será ella (y yo, yo).



Ella (luego de escucharme hablar con un paupérrimo francés y un más que pronunciado acento me preguntó): De dónde eres? porque de acá (léase Canadá) no.

Yo: De Argentina.

Ella (con cara de ni idea dónde merde queda eso): Ah…

Yo (con un dejo de resignación): Es en la otra punta del continente, bien al sur.

Ella (feliz como perro con dos colas): Yo estuve en el sur!

Yo: Si?

Ella: Si!, conozco el sur: México.

Yo: (¿?)

Si querido lector advertido, parece ser que para mucha de la gente del norte (no sólo para la compañera en cuestión), el sur se termina en México. Sin comentarios…