Hace dos años en el aeropuerto, valija (o maleta) y pasaporte en mano, me secaba las lágrimas, abrazaba a mi familia, quienes estoicos contenían sus lágrimas de despedida y daba media vuelta hacia la puerta de embarque, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no salir corriendo hacia la salida más cercana, presa de un ataque de pánico. Al volver la vista atrás sentí que se me desgarraba el corazón de pena y sólo pude esbozar una sonrisa de las más tristes que recuerdo. Así fue el comienzo de este gran viaje que hoy nos tiene a miles de kilómetros de lo que fue y será nuestro hogar.
No soy muy proclive a recordar estas fechas y mucho menos a hacer balances. Intentaría hacer un racconto de nuestra experiencia, pero dado mi escaso (por no decir nulo) poder de síntesis me contentaré con enumerar algunas de las cosillas que se me vengan a la mente. Muchas son las cosas que he sumado a mi vida en este último tramo. He aprendido…
que no existe el lugar perfecto
que acompañada de mi amor todo es más fácil
que no era tan catastrófico volver a la facu
que el francés es más difícil de lo que siempre pensé
que mi familia sigue siendo incondicional
que mis amigos de siempre siguen estando
a no usar el teléfono y suplantarlo por la compu
que la gente piensa que por haberme ido soy yo la que debe llamar y hacerles llegar mis noticias (nunca a la inversa)
que no hay como la comida argentina
que extraño cosas que nunca pensé que extrañaría (dulce de leche, kioscos y golosinas, el acento argentino, que caigan visitas a tu casa de improvisto, las calles de la ciudad)
que aquí la moda no existe y no sólo no me importa sino que me encanta
que hay quién no acepta la gente diferente y otros para los que la diferencia hace la diferencia
que el hombre es un animal de costumbre
que cero grado no es frío y que treinta bajo cero lo es
que es posible hacer proyectos
que intentaré no morir en tierra no argentina
a no gritar cuando hablo
que el mirar lo que las mujeres llevan puesto es una muy mala costumbre y manía argentina
a tomar apuntes de la facultad con la compu
que las diferencias culturales son notorias pero no infranqueables
que no existe mejor invento que las tapas de empanadas y tarta (que acá tengo que hacer “a manopla”)
que soy más fuerte y perseverante de lo que siempre creí
que en las cuatro valijas que traíamos entraba todo lo que necesitábamos para recomenzar nuestra vida
que tengo un nombre y apellido cuasi indescifrable para quién no es hispanohablante
que ampliar el horizonte indefectiblemente hace crecer
que todavía me falta tanto, pero tanto por aprender…
Tragame maleficio literario
Hace 5 horas.